Castril entre Recuerdos. Me despido. Punto y Final

 Llevo sin actualizar este blog, el Canal Ustenopia que con tanto ahinco e ilusión le puse y hoy le titulo Castril entre recuerdos. Punto y Final.

Llevo más de 5 años sin actualizar el blog, la última entrada fue Castril, infinidad de recuerdos, entre paisajes, datada de 22 de agosto de 2017.

La primera entrada era Solidaridad con Haití del que hice también un video, data de 18 de enero de 2010, hace referencia al terrible terremoto que asoló Haití.

Desde entonces al tener tanto tiempo libre, entre mis viajes a Castril y después del trabajo, con la ebullición de las redes sociales y el blog, me lancé a escribir de todo o de casi todo predominando Castril porque era el pueblo de mi pareja, a parte de lo bonito y pintoresco que era el pueblo y lo sigue siendo.

Panorámica con la Iglesia y la Peña al fondo.



Mi odisea comenzó en mayo de 1994 cuando asistí a una boda de un primo de mi pareja, en la misma boda conocí a toda mi familia política, desde mi suegra, futuros cuñados, primos y tíos políticos, aparte de algunos amigos y amigas de mi pareja, de su edad o mayores, familias enteras.

Aquel tiempo fue mi grato.

Hoy considero que mi odisea termina, precisamente el 1 de marzo de 2023. Y no por mí, sino que la vida tiene las cartas marcadas y todo lo que empieza tiene un final.

No el final que me hubiese gustado, pero la vida es así. La libertad de las personas ante todo, y mira que yo en ese aspecto soy liberal, en nada controlador y nada machista.

Cada cual será testigo de la historia, pero la historia también será testigo de nuestras obras. En ello no hay culpables sino distintas formas de pensar y de vivir, distintas aspiraciones .

En general fue un bonito recuerdo.

Incluso los primeros años tuve el deseo de emprender y poner allí una tienda de todo, pero ni mi pareja lo veía, ni nadie me apoyó.

Como se dice, pelillos a la mar.

Voy a ir enumerando una cantidad de personas que como son conocidas allí no veo mal en enunciarlas ante todo, por el afecto que me profesaron, siendo un forastero, un total desconocido.

Puede que me deje alguien, pero no está en mi intención. Son tantas personas que muchas ni me acuerdo.

Sin ánimo de dar una calificación, que cada uno saque sus conclusiones, aquí no pretendo prioridades, escribo en directo, tal como se me va ocurriendo.


En primer lugar Don Joaquin Fernández (qepd) me enteré no se si hace un año o dos que falleció. Don Joaquin conocido ¿Se pueden decir los apodos? No sé. Le llamaban el Cohino, o Coino, no sé.

Regentaba el Hostal La Fuente a la entrada al pueblo. El Hostal Rural la gente de allí lo conocía como el Hotel.

Aquel día de mayo de 1994, me hospedé allí. Aún la ventana no la tapaba otro edificio que hicieron después y desde la habitación del hotel se veía los indicadores kilométricos de Pozo Alcón y Huéscar.

Llevaba una chaqueta roja o de tono similar, de viscosa. 

El desayuno el mejor que había en el pueblo: tostadas, magdalenas y galletas, con leche con cacao o café.

Muchos me preguntarán porqué no dormí en la casa de ella.

Muy fácil, yo estaba chapado a la antigua y como no estabamos aún casados, consideré dormir en el hotel.

De paso me podía dar un largo paseo y contemplar miles de estrellas.

Aún no estaban terminadas las obras del Pantano El Portillo.

Hoy el Hostal Rural La Fuente tiene un restaurante de primera, ruego me perdonen, donde se come a la carta muy buenas viandas. Ahí lo dejo.

Otra persona con la que hice buenas migas fue con Don Rafael Pérez, autor de la canción de la Virgen del Rosario y miembro de la banda de música municipal.

Don Rafael Pérez creo que había estado en el Seminario, posteriormente se fue a trabajar a Mallorca.

Mallorca durante un tiempo fue un lugar donde mucha gente de Granada y de los pueblos iba a trabajar en la temporada de verano.

Rafael era una persona muy ilustrada, dominaba varios idiomas y creamos empatía porque a mí me gustan las personas cultas. No por nada, pero se tienen buenas conversaciones como en el caso de Abel Granero que hablaré después.

Me queda la congoja de que quisiera hacer mi último viaje para despedirme de Mª Dolores y Nati, las he considerado durante años mis "titas de Castril".

Espero no dejarlo para mucho tiempo porque ya vamos cumpliendo años.

Sin embargo no pude hacerme la foto con José Saramago, era un terreno vedado, algo exclusivo para algunos y lo digo con cierta pena, me hubiera gustado haber hablado aunque hubiera sido algún momento.

Conocí brevemente a su mujer Pilar del Río porque era amiga íntima de la que iba a ser mi cuñada, hermana mayor de mi pareja.

Le pedí aquella noche de verano que por favor, me dedicara un libro del premio Nobel de Literatura.(Aquel año no se lo habían concedido todavía) Saramago, escritor portugués acababa de publicar el libro "Cuadernos de Lanzarote" donde hace mención a sus viajes a Castril.

Al año siguiente 1995 fue uno de los años más "gloriosos" de mi estancia los fines de semana y algunos días de verano en el pueblo.

Fui conociendo más gente y más lugares, como el caso de las Tabernillas, una finca rural enorme en el Parque Natural Sierra de Castril, propiedad entonces de unos parientes de mi suegra.

Castril no sólo terminaba en el núcleo urbano. En el transcurso de los años escuchaba desde la casa de mi suegra los petardazos (ahora no se me ocurre la palabra exacta) o más bien las minas que explosionaban para hacer la pasarela de la Cerrada, un atractivo turístico que se hizo en el pueblo que además conducía a un puente colgante.

Hoy ya es habitual, pero recuerdo aquel año el ruido que formaba.

Fueron muchos años y vivencias.

El mismo día aquel que llegué por primera vez me quedé impresionado del paisaje. Un paisaje que parecía que se había detenido en el tiempo que me recordaba el pueblo de mi infancia (La Zubia) como estaba configurado en los años 60 y 70 del siglo XX.

Al mismo tiempo año atrás había hecho con un amigo una excursión por la Alpujarra, entramos por Albuñol y salimos por Guadix, atravesando Albondón (buenos vinos), la Haza del Lino, subiendo hasta Laroles, que es el primer pueblo que me vino a la mente cuando conocí Castril. Pasamos por el Puerto de la Ragua, La Calahorra (donde por allí se rodó Doctor Zhivago) y camino a Guadix hasta Granada.

Por el contexto puedes comprobar que soy un enamorado de mi provincia. Eso se lleva en la sangre, aunque también decir que he viajado poco y también me enamoro del lugar donde llego.

Castril estará siempre en mi corazón hasta que deje algún día la tierra. Todo tiene un final y no somos inmortales.

En el mismo 1995, no recuerdo bien si en 1994 los ví, también asistí a la fiesta de los toros.

Aquello era, cañí, me llegaban recuerdos insconscientes (deja vu) como si los hubiese vivido. Ante todo me recordaba la película La vaquilla del director Luis Garcia Berlanga, más por la fiesta del toreo que por el contexto de la película.

En palabras de hoy la fiesta de los toros lo petaba.

Al igual que la anécdota de un pub (lugar de reunión de copas de los más jóvenes) que se escribía como se pronuncia en inglés pab, así tal estaba escrito. No presumo de dominar el idioma inglés, sin embargo me hizo gracia.

También el pueblo tenía sus propios términos que fue "traduciendo"al vocabulario común que conocía, por ejemplo chistorra (que creo que es un término vasco txistorra o algo así) que era la longaniza de mi pueblo, o sea una especie de chorizo más fino.

Cuerva: Era una especie de sangría de vino, la tradicional sangría de vino, hielo, azúcar, agua y melocotón que hacían en La Zubia.

Sin embargo los mozos y mozas del pueblo para las fiestas de los toros que eran en octubre le echaban muchas cosas. El video lo tengo en VHS. A ver si algún día me pongo (lo dudo) en pasarlo a mp4.

En un bidon de unos 30 litros echaban vino tinto, unos dos kilogramos de azúcar, cointreau, gaseosa y llevaría más cosas.

¿Se lo bebían?

¡Noooooooooo!

Se mojaban con él, unos a otros se echaban el vino por encima.

Son tradiciones.

Con el tiempo fueron aumentando las peñas taurinas.

El último año que fui a los toros fue en 2018, con mi móvil recien estrenado que aún tengo hoy que además llevaba un complemento para hacer fotos en 3D.

Siguiendo con la gente cabe hablar del Bar Emilio, ubicado en los bajos de la casa de mi suegra, regentado entonces por Don Emilio y su mujer Doña Alodía que se encargaba de cocinar. Hacían cocina casera, muy sabrosa.

Los olores que emanaban eran de otra galaxia. Me transportaban de nuevo a mi pueblo, había como redescubierto los olores auténticos de los pueblos.

Tristemente son olores que se van perdiendo en el área metropolitana. 

En Castril el olor a especias era algo superior y por las ventanas de la cocina del Bar Emilia salía un olor que invitaba a comer.

Recuerdo que el primer año como a mi suegra la habían operado, los quince días de vacaciones que tuve comimos en el comedor del Bar Emilio, un comedor que tenía en el sótano, decorado con azulejos de estilo granadino.

Aún me acuerdo de los platos de Doña Alodia, aquel año comí pimientos del piquillo rellenos de arroz, muy rico. 

Fui como vegetariano, no obstante al ser un pueblo con una industria cárnica muy potente con predominio del cerdo, la presión recibida desató mis nudos y al final como dicen del cerdo hasta los andares, sucumbí a las manitas o patas de cerdo del Cirola (Bar Cirola).

Todos los viernes de mercado es costumbre ir al Cirola a degustar las patas de cerdo con un rica salsa. En verano era lleno absoluto.

Enumerar los platos sería no terminar, sin embargo voy añadir la Pepitoria (pollo en oepitoria), una receta que conocía de mi pueblo y que se ve es muy tradicional en Castril, que es un caldo que lleva albóndigas de pollo y carne de pollo.

Un plato de cuchara exquisito, con las hierbas aromáticas del lugar.

Con el tiempo el Bar Emilio también sirvió desayunos, y el Cantón, el nombre que lleva la pequeña placeta que le sirve de terraza, un lugar para degustar las comidas del día desde el desayuno, a la cena.

Sin olvidar su sabroso café, que no sé como lo hacen que está muy bueno.

Con el transcurrir de los años pusieron enfrente de la casa el bar de los Morenos, también muy interesante y el Café-Pub Zafra al lado de la carpintería, que también servían tapas y raciones.

Esto es tan solo un recuerdo que no sé si seguiré añadiendo, pero tengo que añadir la familia Iruela, que me trataron muy bien. De Don Manuel Iruela, maestro que me contaba muchas historias, en su casa, en la parte alta.

Al igual que Abel Granero, ingeniero agrónomo (qepd), primo hermano de mi suegra, con el que tuve gratas tertulias al calor de su chimenea, contándome historias del pueblo.

Coincidió el año que le otorgaron el Premio Nobel a Saramago (1998) que estabamos de vacaciones y se improvisaron cohetes. Entonces estaba de alcalde Don Joaquin Fernández.

También conocí a Antonio Alcaraz, reputado doctor en Urología en el Hospital Clinico de Barcelona, natural de Castril aficionado a los toros de su pueblo y veraneante.

Tan cierto como los toros de Castril, una frase célebre.

Os voy a dejar un enlace, este de Castril en la Memoria, donde se recogen muchas fotos de familias del pueblo hechas por los hermanos Sevilla.

Han sido más de 20 años mi experiencia en Castril, como ciudad de vacaciones, un lugar frondoso, con su río y sus saltos de agua, un lugar para perderse, donde los inviernos son muy rigurosos, el verano caluroso y por la noche, fresco.

Por ahora no se me ocurre nada más. Si puedo iré añadiendo videos que yo mismo hice.

Puede que el contenido lo exporte a mi otro blog Desde el Zacatín.

Puedes ver las fotos que dediqué a #castril en instagram con el hashtag que creé #castrilemotion.

Espero que le des 💓

Gracias. Gracias y Gracias.

¡Hasta siempre!


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